Es un término inglés que se puede traducir como ladrillo y mortero, y hace referencia a aquellos negocios que operan a través de un establecimiento físico.
Hasta hace un par de décadas los negocios de este tipo eran los más comunes y, de hecho, hoy en día siguen muy presentes. En cualquier centro comercial e incluso en cualquier calle céntrica se pueden encontrar comercios de todo tipo de productos: ferretería, deporte, moda, papelería, etc.
Comercios digitales vs tiendas físicas
A medida que el e-commerce se ha ido desarrollando, ha existido un importante debate sobre si las tiendas online acabarán con las tiendas físicas o si estas últimas serán capaces de sobrevivir.
Hasta hace relativamente poco parecía que el comercio digital iba a triunfar definitivamente sobre el tradicional, pero no ha sido así.
Al consumidor le gusta mucho hacer sus compras online. Esto le permite poder comparar rápidamente precios en varias tiendas y adquirir lo que quiere sin salir de casa y sin tener que esperar largas filas.
Sin embargo, al consumidor también le gusta tener toda la información posible de aquellos productos que le interesan. Quiere verlos, tocarlos e incluso probárselos si se trata de textil, calzado o cosméticos, y eso es algo que solo puede hacer en un establecimiento comercial.
Todo esto se traduce en que la afluencia a las tiendas físicas no se ha reducido de forma significativa. El consumidor quiere hacer compras online, pero también quiere disfrutar del placer de ir de tiendas.
Ante esta situación el mercado ha tenido que adaptarse. Si hace apenas unos años muchas tiendas físicas clásicas se animaron con la venta online, ahora son las tiendas surgidas originariamente como e-commerces las que están dando el salto al brick and mortar abriendo tiendas físicas.
El punto de venta físico como parte de la estrategia digital
Todo lo expuesto pone de relieve que ya no existe esa guerra entre e-commerce y tienda física. Las empresas por fin han comprendido que ambos conceptos pueden convivir. Es más, las barreras entre las tiendas online y los establecimientos físicos son cada vez más difusas.
Un consumidor puede ir a la tienda física de su marca de moda favorita y probarse todas las prendas que le gustan, pero decidir no realizar su compra en ese momento. Y, sin embargo, comprar luego las prendas que se ha probado desde su móvil cuando llega a casa.
También puede ocurrir que un consumidor vea algo en una tienda online y no le llame la atención. Pero que unos días después lo vea en la tienda de la marca y entonces sí decida comprarlo en ese instante.
Las tendencias de consumo cambian, por lo que el marketing debe ser capaz de adaptarse y darle al público justo lo que quiere en cada momento. En la actualidad, parece que lo que más gusta es la combinación perfecta entre negocio online y negocio offline. Dándole al cliente la mayor de las libertades para que elija dónde, cómo y cuándo compra.